Con el fin de reducir las muertes por eventos cardíacos que llevan a la muerte o lesiones y discapacidades graves, año tras año la Organización Mundial de la Salud (OMS) promueve la conversación a nivel global sobre la importancia de la reducción del consumo de sal para el beneficio de la salud de las personas.
Si bien la recomendación de la OMS para la ingesta diaria de sodio es de 5 gramos, en la Argentina se consume habitualmente más del doble -entre 10 y 12 gramos-. Y si bien es clara la relación entre una alta ingesta de sodio con la hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares, nos resulta difícil modificar costumbres.
«No alcanza con informar a los pacientes, sino como profesionales de la salud debemos generar acciones que impacten en la sociedad para evitar futuros hipertensos», explicó el doctor Jorge Tartaglione, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina.
«Es importante apostar a las nuevas generaciones, que los padres puedan acompañar a sus hijos en la incorporación de hábitos saludables para que los niños de hoy puedan ser los adultos sanos del mañana», agregó el integrante de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
El profesional precisó que si bien el sodio es necesario para la salud, en niños su consumo debe ser proporcional a las necesidades energéticas. La Asociación Norteamericana del Corazón varía de un máximo de 1.500 mg a 2.300 mg/día para ellos, dependiendo de la edad.
Consecuencias de una dieta salada
«Una dieta con alto contenido de sodio puede provocar presión arterial más elevada en niños y adolescentes, y esto puede desencadenar hipertensión en la edad adulta. Además, la asociación entre la ingesta de sodio y el riesgo de hipertensión parece ser más fuerte entre los niños que tienen sobrepeso u obesidad. En este mismo grupo se observa que el sodio que consumen está relacionado con alimentos que presentan un riesgo adicional de obesidad, como las bebidas y los alimentos ultraprocesados ricos en sodio. De hecho, algunos estudios sugieren que la ingesta elevada de sal en sí misma está asociada con la obesidad», indicó el especialista.
Y aclaró que «más de 6.000 muertes por año podrían prevenirse en Argentina por enfermedades asociadas a un alto consumo de sodio si solamente lográramos reducir 3 gramos diarios la ingesta de sal».
Es importante tener en cuenta que más del 70% de la ingesta de sodio proviene de alimentos procesados y ultraprocesados como panificados (pan, galletitas dulces y saladas, medialunas, facturas, tortas, budines y pizza), embutidos, enlatados, congelados, quesos, caldos, sopas y envasados en general, incluso el agua tiene sodio; de esto se desprende también la importancia de poder leer y comprender las etiquetas nutricionales de los alimentos.
«Enfocarnos en los más chicos permite generar hábitos más saludables de forma más fácil, mientras que modificar los malos hábitos en adultos se vuelve más difícil», agregó Tartaglione.
Las guías de alimentación recomiendan evitar el agregado de sal a los alimentos desde que el bebé comienza a comer a partir de los 6 meses, ya que el contenido natural de sodio de los alimentos es suficiente para satisfacer las necesidades del cuerpo, y permite que el paladar aprenda a disfrutar los sabores naturales.
«Si desde la infancia a los niños les generamos hábitos saludables bajos en sodio, en un futuro elegirán estos alimentos. Las consecuencias de la hipertensión arterial no controlada pueden ser graves, por eso nuestra mejor inversión es trabajar con las nuevas generaciones desde el momento que nacen», afirmó el profesional.
Sodio en nuestro cuerpo
El sodio es el principal electrolito del medio extracelular encargado de diversas funciones, entre las cuales encontramos la transmisión y generación del impulso nervioso, contractibilidad muscular, mantención de los líquidos corporales dentro y fuera de la célula y regulación de la presión arterial.
El contenido de sodio del cuerpo varía según la ingesta alimentaria y la excreción renal. El principal órgano que regula los niveles de sodio es el riñón ya que controla su retención y excreción.
«Es decir que cuando los niveles de sodio son altos, disminuye la retención del mismo por parte del riñón y aumenta la cantidad eliminada a través de la orina. Por el contrario, si los aportes son bajos, crece la reabsorción de sodio a nivel renal y disminuye su eliminación por orina, controlando así la cantidad total del organismo. A su vez, la eliminación de sodio se puede producir mediante las heces o el sudor, en situaciones como vómitos, diarrea o sudoración excesiva», detalló la nutricionista Rocío Emme.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda una cantidad mínima de sodio de 500 miligramos (mg) por día, sin superar los 2.000 mg diarios, es decir, 5 gramos de sal al día. La sal está compuesta por 40% de sodio y 60% de cloruro. Una cucharadita de sal equivalente a 1 gramo, contiene aproximadamente 400 mg de sodio, siendo ésta la principal fuente de sodio.
Dentro de nuestro plan de alimentación encontramos otros alimentos con alto contenido de sodio como son los quesos, las conservas, los embutidos, snacks, productos de pastelería y panadería, aderezos, entre otros. Por otro lado, los alimentos con bajo contenido de sodio son los lácteos, cereales, verduras y frutas.
La cantidad de sodio que en promedio consumimos los argentinos la aportan las siguientes fuentes: 39% la sal de mesa, 44% los alimentos, 6% repostería, 3% el agua y 8% otros. Si bien el porcentaje que aporta el agua y otras bebidas es bajo, hay que tener en cuenta que dos litros de cualquier bebida con alto contenido de sodio cubren entre el 20% y el 25 % de la dosis de sodio recomendada por día. El consumo excesivo de sodio se relaciona directamente con el riesgo de padecer hipertensión arterial, el cual es un factor de riesgo de contraer enfermedades cardíacas, accidente cerebrovascular e insuficiencia renal.
Asimismo, el sodio provoca retención de líquidos y puede llegar a afectar gravemente la salud de las personas. Muchas veces incluimos bebidas a nuestra dieta suponiendo que estamos colaborando con la correcta hidratación de nuestro cuerpo, pero no tenemos en cuenta que cada gramo de sodio retiene 5 gramo de agua. Esta afección de retener líquidos puede ser patológica o no patológica; la diferencia reside en que, cuando se considera una patología o afección, puede estar causada por problemas circulatorios, insuficiencia cardíaca congestiva y enfermedades renales o hepáticas, mientras que, si no es patológica, la causa puede ser una dilatación de las venas en épocas donde las temperaturas son más altas.
«Es importante que, desde la niñez, inculquemos buenos hábitos alimenticios, evitando ofrecer alimentos con alto contenido de sal, como por ejemplo los alimentos procesados o industrializados, o intentando cuando sea posible no agregar sal extra a los alimentos preparados en casa, ya que los alimentos salados aumentan la sensación de sed y hoy en día esto se ve acompañado del consumo de bebidas azucaradas», reflexionó Rocío Emme.
Cambio de hábito: ¿Cómo disminuir el consumo de sal?
La sal es una parte esencial de nuestra dieta. Sin embargo, la mayoría de las personas consume más de lo que piensa y de lo que es saludable.
«Un consumo excesivo de sal contribuye a elevar la presión arterial, uno de los principales factores de riesgo de muchos problemas de salud, entre ellos infarto de miocardio y cerebral, e insuficiencia cardíaca y renal», alertó Matías Tisi Baña, director de la carrera de Especialización en Clínica Médica de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y jefe del Servicio de Clínica Médica del Hospital Universitario Austral.
Y agregó: «La mayoría de la sal en exceso que consumen las personas no viene de los saleros sino de los alimentos procesados como el pan, las comidas instantáneas, las carnes procesadas y los condimentos. La comida en restaurantes también contribuye al exceso en el consumo de sal».
Por último, el jefe del Servicio de Clínica Médica del HUA aconseja alejar los saleros y condimentos salados de la mesa, para que los miembros más jóvenes de la familia no desarrollen el hábito de agregar sal a sus alimentos.
Ideas para reemplazar los ingredientes con mucha en sal
-Atún en salmuera por atún en agua
-Salmón ahumado por salmón fresco
-Sándwich de jamón y queso por pollo fresco en rodajas y ensalada
-Manteca salada por manteca sin sal
-Aderezos para ensaladas o mayonesa por hierbas frescas, vinagre balsámico o jugo de limón
-Evitar los fideos y arroces condimentados e instantáneos, es preferible cocinarlos con verduras, pescado o carne
-Reemplazar el consumo de pizza con ingredientes altos en sal como anchoas, aceitunas y fiambres por alimentos con un bajo contenido de sal como pollo, champiñones y maíz dulce
La OMS apoya la iniciativa 25×25 de la World Heart Federation, la cual propone reducir en un 25% la mortalidad prematura por enfermedades cardiovasculares hacia el año 2025; más detalladamente: reducir un 25% el consumo de sodio en la población en general, y un 30% en pacientes diagnosticados.
FUENTE: Infobae
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