El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, irreversible y progresiva, que provoca el deterioro cognitivo en quienes la padecen. Afecta las áreas de la corteza cerebral que producen y coordinan las funciones intelectuales y cognitivas, como la memoria y el lenguaje. Provoca trastornos conductuales, desorientación en tiempo y espacio, disminución en la capacidad de movimiento, predisposición al aislamiento y apatía, entre otros signos.
Existen métodos y terapias recreativas que ejercitan la memoria, la atención y la psicomotricidad. Ayudan a prevenir la enfermedad en personas sanas y a desacelerar su avance en los casos donde aparecen los primeros síntomas o se registran estadios más avanzados.
«Los factores de estimulación lúdicos como los juegos de ingenio y de memoria son claves para mantener la mente ágil y despierta, lo que favorecerá a no desencadenar tempranamente la enfermedad. En los pacientes, se logra retrasar el deterioro cognitivo y se refuerzan las neuronas conservadas al establecer nuevas conexiones entre ellas», afirma el neurólogo y psiquiatra Ignacio Brusco, profesor titular de la cátedra de psiquiatría, de la UBA, presidente de la Asociación Neuropsiquiátrica Argentina y director de la Asociación Alzheimer Argentina.
«Incluso, se pueden descubrir procesos cognitivos que permanecían ocultos, como la memoria procedural, conservada hasta el final (manejar, vestirse, caminar, jugar, etcétera), la musical y la emocional, que si no se hace una correcta evaluación de cada caso, pueden no revelarse», agrega.
La instancia lúdica, además, permite que la persona se mantenga socialmente activa, potencie el contacto y la comunicación, favoreciendo las relaciones familiares y con su entorno.
«Los juegos actúan como una ‘red social’ de estimulación con el otro. Provocan que el paciente camine hacia un lugar, sea parte de un taller, se reúna con amigos y familia, mantenga conversaciones e interactúe con ellos. Facilitan y promueven la comunicación, lo que conlleva a una disminución del estrés, un factor contraproducente para las personas con Alzheimer, sumado a la soledad, depresión, angustia y ansiedad. Todos adelantadores de la enfermedad. Básicamente, el factor lúdico tiene dos beneficios: uno laestimulación en sí misma y la otra, la sociabilización del paciente«, explica Brusco.
El ajedrez, damas, carrera de mente, TEG, sudoku, hasta el tutti frutti, todos los juegos de mesa (incluso juegos de Playstation) permiten estimular las capacidades cognitivas de las personas, señala el especialista.
«Esta estimulación cognitiva no va a cambiar la fisiopatología de la muerte neuronal del paciente, pero desde el punto de vista funcional va a servir para que la memoria funcional se conserve y esté más desarrollada. No evita la enfermedad, sino que ayuda a tener una mente más ejercitada, y que las neuronas estén más comunicadas. Habrá una mejora en la atención, en la percepción visual, campos centrales en el adulto mayor y en los pacientes con Alzheimer», detalla el doctor.
En cuanto a las dudas e inquietudes sobre cuáles son los juegos adecuados para cada caso, Brusco destaca la importancia de respetar los gustos y la idiosincrasia de cada persona. «En esto, no hay dogmas. El juego tiene que ser del agrado de cada individuo, no se debe forzar. Hay que atender sus preferencias y necesidades, y sobre todo apelar a lo que le gustaba en su vida diaria. El objetivo es que la pasen bien y que no se genere ningún tipo de estrés».
Otra de las consideraciones a tener cuenta es la capacidad cognitiva del paciente y la fase evolutiva de la enfermedad. «No es lo mismo un estadio uno, dos, tres o cuatro. En el comienzo, es conveniente utilizar juegos más complejos y en los casos más evolucionados se van simplificando. Pero en todas instancias, el factor lúdico va a favorecer la estimulación cognitiva, lo que mejorará la calidad de vida de la persona. Estará contenida y conectada a través de esta metodología», concluyó Brusco.
FUENTE: clarin.com
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