El alzheimer es una de las enfermedades neurológicas más comunes en los adultos mayores. Pero a menudo se la puede confundir con otras patologías propias de la edad. Para diagnosticarse como alzheimer, se requiere de un estudio integral realizado por un médico. No obstante, las señales a las que debemos estar atentos para realizar una consulta son las siguientes:

– Cuando las alteraciones de la memoria son sostenidas en el tiempo y progresivas a lo largo de tres o seis meses.

-Alteración en la orientación, las habilidades del lenguaje

-Falta de concentración

-Cambios de personalidad

-Pérdida de interés.

-Pérdidas de memoria en el trabajo: citas, nombres o números de teléfono.

-Dificultades para realizar tareas domésticas como preparar la comida.

-Problemas en el lenguaje: olvido y sustitución de palabras.

-Desorientación con respecto al tiempo y al espacio: olvidar la fecha o perderse al salir de casa.

-Pobreza de juicio. “Lo que lleva a ir vestidos de forma inapropiadas o realizar conductas anómalas”

-Problemas del pensamiento abstracto: no recordar el significado del dinero, tener problemas al evaluar semejanzas o incluso olvidar refranes.

-Perder cosas o ponerlas en lugares incorrectos.

-Cambios repentinos en el humor y la conducta.

-Pérdida de la iniciativa: ser más pasivos y necesitar estímulos constantes.

-La señal más significativa es cuando la memoria episódica que no mejora aunque se le den pistas al paciente.

Una vez diagnosticado el alzheimer, en general los familiares se vuelven cuidadores del paciente, y son ellos los que requieren de una serie de recomendaciones para que ser testigos de esta patología no los lleve a un proceso psicológico de abatimiento. A continuación, algunos consejos para los familiares con pacientes en las primeras fases del Alzheimer:

  1. Tener paciencia para afrontar los cambios. Se puede elegir o no informarle al paciente sobre la patología que porta. En el caso de comunicárselo, utilizar las palabras adecuadas que éste esté preparado para poder procesar.
  2. Ser conscientes de que hay mucho por hacer, a nivel psicológico, neurológico, y farmacológico.
  3. Acudir a las asociaciones de familiares es útil a la hora de buscar asesoramiento jurídico, psicológico, apoyo al cuidador y terapias cognitivas.

Fuente: cuidateplus.com